El Coaching en la práctica es proceso, es evolución, desarrollo y transformación. Es utilizada comúnmente por los coachees que inician procesos de coaching contratados a través de su empresa, la palabra “curso” para la definición del proceso. No es una acepción errónea (aunque pueda llevar a malentendidos), puesto que el desarrollo de las habilidades perseguidas por el coachee se produce tras una sucesión temporal que evidencia la evolución. Del mismo modo que el curso de un cometa es el recorrido de un cometa, el curso del coaching es el recorrido que sigue el coachee para llegar a dónde desea ser o estar.
Habría que distinguir, por tanto, las sesiones de entrenamiento dirigidas a una o varias personas que se ejecutan en un solo día sin seguimiento posterior por parte del Coach, de los procesos de coaching. En una única sesión, el coachee puede llegar al “darse cuenta de” para comenzar el camino del desarrollo individual que le acercará al cumplimiento de objetivos personales, profesionales y/o organizacionales. Pero esa única sesión, sin el seguimiento posterior, no permite la ejecución del plan de acción ni la continuación y retroalimentación para la instauración de nuevas competencias y comportamientos. En una única sesión se puede producir aprendizaje pero no la práctica necesaria para la instauración de nuevas conductas generadoras del cambio y los resultados exitosos que se persiguen.
El título, “La práctica del coaching”, no sólo alude a la práctica del ejercicio del coaching por parte del coach, sino también a la práctica de los coachees, a la praxis de las acciones fijadas en su plan de acción para la consecución de resultados.
Miriam Cobreros
